Desde muy joven descubrí en el movimiento una forma de conectar conmigo mismo, de soltar tensiones y de sentirme vivo. Esa pasión por la actividad física creció junto con mi interés por entender el comportamiento humano, lo que me llevó a formarme también como psicólogo. Hoy combino ambas disciplinas para ofrecer algo más profundo que una rutina de ejercicios: un espacio donde el cuerpo y la mente trabajan en conjunto hacia el bienestar real.
Lo que me diferencia de muchos entrenadores es precisamente esa mirada integral. No se trata solo de cuántas repeticiones haces o qué tanto sudas, sino de cómo te hablas, qué te motiva, qué te frena y cómo construir hábitos que realmente se sostengan. Escucho, acompaño y adapto el proceso a cada persona, porque sé que cada cuerpo tiene su historia y cada meta necesita su propio camino.
Mi trabajo no es imponerte un plan, sino ayudarte a descubrir lo que te funciona, lo que te mueve y lo que puedes sostener a largo plazo. Ver a alguien ganar confianza, sentirse más fuerte, más libre en su cuerpo y mente, es lo que me inspira a seguir. Esto no es solo un trabajo para mí, es una forma de vida que tengo la suerte de compartir con otros.